viernes, 31 de julio de 2009

Bwindi Impenetrable



Leí en algún folleto turístico de Uganda que la oportunidad de observar gorilas de cerca en su entorno natural puede cambiarte por dentro. La experiencia era descrita algo así como iniciática, o transcendental.

En aquel momento me pareció una exageración, claramente destinada a engordar las arcas de la Ugandan Wildlife Authority a través de su nada despreciable precio, dada la cantidad de turistas de todo el mundo que se acercan cada año a la frontera entre Uganda, Rwanda y Congo a contemplar de cerca estos primates, único lugar de la tierra donde todavía pueden verse en su estado natural.
Al amanecer, un grupo de seis personas nos aproximábamos, colina abajo, al inicio del bosque. De repente, mientras destrepábamos por campos casi perpendiculares, alguien vio uno de ellos en la distancia, apenas saliendo del bosque, sobre una colina más abajo. Era un black back (macho adulto, pero aun joven). Al vernos se dió la vuelta e internó rápidamente en el bosque, en lo que supusimos sería un ¨poner al día¨al resto del grupo.
Este episodio tan sólo era el aperitivo de lo que nos esperaba: dos bebes gemelos mamando simultáneamente de su madre; el macho dominante (silver back) observándonos desde una mirada de profundidad casi humana; dos ¨juveniles¨de un año, jugando, deslizandose por la lianas, peleándose; otro macho adulto haciendo ¨estiramientos¨....
Los 60 minutos establecidos para esa especial visita transcurrieron raudos, entre nuestra fascinación, alegría y regocijo, algo parecido a volver a ser niñ@ y descubrir emocionad@ un mundo nuevo, único, jamás visto antes.
Remoloneando bastante, cuando era inevitable no unirse a los guardas que marchaban ya colina arriba, me fuí alejando de ellos, con una sensación (salvando las distancias, por supuesto) quiza parecida a la que sintieron los primeros naturalistas que descubrieron estos primates. Ser testigo de primera fila de una maravilla, un milagro que aún existe en pleno siglo XXI: uno de los pocos grupos de gorilas de montaña, de espalda plateada, que todavía sobreviven, comiendo y jugando tranquilamente, en mitad de Bwindi, el bosque impenetrable, bajo la mirada atenta de los volcanes extintos que separan Rwanda, Congo e Uganda.