El vuelo que cubre el trayecto Amsterdam-Kampala es impresionante. A pesar de no ser la primera vez que volaba, ni tampoco que me aproximaba al continente africano, la dimensión del trayecto trascendió todos los que había vivido anteriormente.
Tras atravesar los Alpes, sus glaciares y cubres nevadas, a través de las costas griegas llegas al Mediterráneo, lleno de luz en esta epoca del año. Muy pequeñas, aparecen multitud de islas dispersas en el espejo azul de sus aguas, pero lo mejor esta aun por llegar.
El mar acaba abruptamente en la costa de Libia, donde se convierte de golpe en desierto. No se ve ni un solo punto habitado en las playas, ni una sola construcción, tan solo un enorme talud de arena que marca el límite entre las fuertes olas y el inicio de las dunas.
Es ahi donde comienzas a volar durante largas horas sobre el sahara, avistando tan solo de vez en cuando algun asentamiento apretado sobre sí mismo para protegerse, supongo, del dificil entorno.
El avión vira a la izquierda para entrar en la parte del desierto que ocupa Sudán, kilometros y kilometros de una aparente Nada, salpicados de desniveles irregulares, pequeñas montañas aridas, que aparecen de vez en cuando entre la superficie de dunas.
Entonces, de golpe, aparecere el cauce del mítico Nilo, serpenteando furiosamente entre tierras quemadas por el sol y la escasez de agua. A la izquierda, majestuosas, las cumbres de Etiopia, moles imponentes de granito desafiando el sol y enmarcando con una solemnidad inédita las planicies semideserticas que las rodean.
Cuando crees que nada puede cambiar, al llegar al sur de Sudán, el cielo se cubre totalmente de nubes. El desconcierto puede hacerte pensar que estas de repente en un vuelo al norte de Europa, tal es la densidad y el frescor que cubre todo. Miras hacia abajo y empiezan a aparecer kilómetros y kilómetros de selva, árboles, praderas, caudalosos ríos....todo ha cambiado. Acabamos de entrar en el África húmeda, yeahhhhhhhhhhhhhhhh.
La noche caía ya sobre Kampala cuando llegué, no pude avistar desde el aire el lago Victoria, u otros del norte como el Kyoga o el Alberto, pero igualmente el vuelo fue una experiencia realmente difícil de olvidar....